Unas cuantas veces en mi vida he experimentado momentos de una claridad meridiana. En los que durante unos breves segundos, el silencio ahoga el ruido y puedo sentir en lugar de pensar. Todo parece muy definido, el mundo claro y fresco como si todo acabara de nacer.

domingo


El olor se impregnaba en las paredes como los recuerdos lo hacían en su piel. Estaba en un momento drástico. Ya no se limitaba a pasar de cancion, sino que borraba todas aquellas que no acompasaban sus sentimientos. Mañana se arrepentiria, como de todo aquello que le generaba esa jodida impulsividad. Culpaba a las noches, como si en el ambiente de la oscuridad y el silencio hubiese algo que la transformase. En el fondo sabía que la gustaba. La noche solo era la escusa para sacar un valor al que su parte racional llamaba estupidez. Llegados a este punto perdió el hilo del argumento. En realidad no tenia un fin, solo eran unas líneas que mañana le recordarían porque su reproductor estaba vacio. Al despertar se quejaria de la noche. Maldita bipolaridad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario